miércoles, 25 de mayo de 2011

Democrácia Real

Democracia Real

Estando lejos de Barcelona en ese momento, y acompañando todo lo que esta pasando en la ciudad que he adoptado para vivir, y que siento me ha adoptado también. He decidido escribir, compartir mis conclusiones, mis pensamientos y mi inquietud reciproca a toda la voluntad de democracia real, a la ola que se ha extendido por España, y que espero que se extienda por el mundo entero. Puede que sean conclusiones más que obvias, pero tengo las ganas de dividirlas como forma de apoyo a todos que quieren una realidad digna para cada ciudadano.
Hace ya algún tiempo, tengo pasado por un proceso de cuestionamientos, intentando comprender la realidad en la que estamos enredados, desde que nascimos, y quizás desde que nuestros padres vinieron al mundo, y quizás desde hace mucho más tiempo. La situación política y económica del mundo actual ha llegado a ese punto insostenible muy gradualmente, y de forma muy estratégica, a punto de estarnos involucrados de tal manera que se hará necesario un cambio radical de pensamiento, acciones, educación, comportamiento, o sea, hay que cambiar todo, desde casa, de la cuna de los que vendrán.
Hablo con mi marido cada día, y a cada día que hablamos concluimos, que a cada vuelta que damos para cambiar “el mundo” mordemos nuestra cola. Pues nuestro patrón de comportamiento está “programado” para tomar actitudes que dañan de alguna manera el alrededor y impiden la democracia real. Desde sencillo detalle de no conocernos a nuestros vecino, de no saber lo que piensan y cómo podemos ayudarnos, hasta la falta de interés por los asuntos del barrio, o mismo los asuntos de nuestra misma familia, hasta nuestro alienante consumo de descartables, de productos originados de las grandes compañías, grandes marcas, los productos originados del monocultivo agrícola, de la extracción de maderas clandestinas, el uso desnecesario del petróleo, de la comida transgénica, de la carne de animales confinados… Se miramos de forma más profunda nuestro comportamiento cotidiano, llegaremos a la constatación de que estamos mucho, pero mucho más atrapados de lo que imaginamos, de que somos todos responsables en pequeñas o grandes proporciones. Y que la causa de todo el caos político y económico que estamos viviendo es consecuencia del mismo patrón de comportamiento enraizado en cada uno de nosotros, en nuestra forma egoísta de lidiar con nuestros iguales, en el consumo inconsciente de todos los bienes y productos que tienes por detrás gente muy grande, muy fuerte y muy poderosa a punto de hacer de los políticos que nos gobiernan meros títeres ridículos, de la prensa mundial marionetas, que acaban por hacer el pan y circo, el teatro de la ignorancia, de la futilidad y del miedo en nuestras casas, en nuestras calles, en nuestra comunidad.
La situación llegó a un momento tan crítico y desesperado, que se vuelve más fácil ver el mar de mierda en donde estamos metidos, se vuelve urgente la lucha, el cambio, la unión. Es una cuestión de supervivencia, de salvación. El pensamiento colectivo solo se manifiesta de forma masiva cuando la supervivencia de uno mismo está en juego. Y lo que está pasando en España, es una excelente oportunidad para la acción, para levantar cada día más gente, sea donde sea, y reaccionar. Pero digo reaccionar en los mínimos detalles. Hasta en actitudes que creemos imposibles de cambiar, como boicotear a las grandes compañías multi-nacionales, que son el cólera de la humanidad. Y el gran causador del caos que viene ocurriendo hace décadas, silenciosamente.
Hay que asumir nuestra condición de seres humanos, protectores de nosotros mismos, de los que están más cerca, hay que asumir nuestra debilidad en sensibilizarnos con la cruda y difícil realidad de otros que están más distantes, de la misma manera con la que nos sensibilizamos con nosotros y con los nuestros, hay que asumir nuestra naturaleza individualista, para empezar a cambiar de manera contundente, hay que asumir nuestra debilidad en crear una identidad amplia con cada ser humano, de ayudar a cualquiera que necesite como ayudaríamos a quien más amamos. Esto es democracia real, es un discurso idealista, es los que a muchos les gustaría que ocurriera, pero muy complejo practicar. Me ha inspirado mucho, la gran chispa que empieza a encender la hoguera en España, al cambio gradual en mi rutina, y claro actuando, pues sin acción no hay ningún cambio.
Cambiar nuestro comportamiento lleva mucho más tiempo de los que imaginamos, reeducar a los niños es una difícil labor, pero podemos contar uno con el otro, podemos cambiar cada día, como tiene que ser, no hay otra! Dejar de hacer parte del sistema no es un logro rápido, ni tan poco ruidoso. Dejar de hacer parte del sistema es dejar razones, creencias, apegos materiales, pre-juicios, es dejar parte de nuestra conducta, parte de lo que nos han enseñado, parte de nuestra falsa personalidad pre-establecida y completamente reemplazable por una personalidad real, esencial, duradera y verdadera. Abandonar esas opiniones de mentira, caracteres de mentira, comportamientos de mentira, y empezar una convivencia de verdad con el medio en que vivimos, con los nuestros y con los demás de igual manera, de manera en que seamos realmente iguales. Eso es la democracia real, va a doler mucho más de lo que parece, pero hay que empezar de alguna manera, desde la plaza hasta el hogar, de las caminadas al vecindario, de las acampadas a las escuelas, de las palabras a nuestra vida misma, cada día, poco a poco, hasta que se limpie toda la suciedad concreta y abstracta.

Lívia Lucas